¿Mito o realidad?

Muchas veces he oído la frase “eres virgen” [porque no te la pueden meter y entonces eso no es tener sexo normal, no has follado, no has perdido la virginidad], demasiadas veces. Me molestaba y me llegaba a ofender y mi primer impulso era el de gritar al mundo “no, no soy virgen, yo he vivido mi primera vez, y una segunda, una tercera, una novena…”. Necesitaba hacerle ver al mundo que pese a tener una vagina más corta que la media había tenido sexo con penetración, había follado, hecho el amor, disfrutado… Pero esa reacción se transformaba en reflexiones que acababan rondando mi cabeza. ¿Qué es la virginidad? Y, si existe, ¿por qué importa tanto?, ¿por qué tomarme tan a pecho que pudiesen llegar a creer que era virgen a los 20 años? No sé qué me incomodaba más, si los comentarios de la gente o que yo me tomase a pecho algo que desde luego a día de hoy veo como algo muy banal.

La virginidad es una losa social, la “V” de la victoria del dominio de la sociedad sobre nuestros cuerpos y, sobre todo, el control de la sexualidad femenina. Se nos hace creer que el concepto de virginidad es algo aplicable a hombres y mujeres por igual, al mismo nivel, fundamentado en una misma definición que sigue un mismo criterio. Sí, supuestamente ser virgen es no haber tenido ningún tipo de relaciones sexuales, pero a la hora de demostrar si has hecho el amor o follado alguna vez, las mujeres y los hombres no están en igualdad de condiciones [por ende, la virginidad no es algo universal como sí se nos vende].

Una mujer supuestamente queda “marcada”, el paso de la virginidad a la no-virginidad deja huella en su cuerpo. La ausencia del tan mitificado himen… Una soberana estupidez, porque para empezar hay mujeres que nacen sin él y no tienen por qué saberlo; y, segundo, aun naciendo con un himen entre las piernas que cierre la entrada de la vagina, este se puede llegar a romper durante la vida diaria. ¡Cuántas niñas no habrán sentido un leve dolor montando a caballo, paseando en bicicleta o haciendo algún otro deporte! ¿Las desvirga entonces la montura de cuero o el sillín? Lo que me lleva a pensar en tradiciones que son auténticas salvajadas como la prueba del pañuelo de los gitanos… ¿Cómo se puede someter a una mujer a un examen de ese tipo? Es un acto verdaderamente denigrante que refleja a la perfección el verdadero significado de la virginidad: control sobre la vida sexual de la mujer. Un hombre, sin embargo, puede negar haber tenido sexo que aun habiéndose acostado con un hombre o una mujer no hay ninguna prueba que lo demuestre.

Con todo, la virginidad no solo se trata de controlar la sexualidad femenina, desde mi punto de vista es también una oda a la penetración vaginal, al poder de un pene sobre una vagina, el falo como rey del sexo y como elemento que determina si tu primera vez cuenta como válida o no. ¿Una primera vez en la que haya solo sexo oral acaso no cuenta como iniciación sexual? ¿Tiene que haber un pene que intervenga para poder afirmar que alguien ya no es virgen? Otra barbaridad, un sinsentido… El argumento perfecto para afirmar que las lesbianas son eternamente vírgenes. Nada más lejos de la realidad… ¡Las lesbianas practican sexo, disfrutan de sus cuerpos! Ningún pene “tiene que hacer los honores”… Otra demostración de que la virginidad tal y como se entiende a día de hoy no es universal, pues no es aplicable a todos los colectivos. Entonces, ¿qué sentido tiene seguir hablando de ser virgen o no desde esa perspectiva hetero-fálica? Por no hablar de los gays, que por mucho que tengan pene, no tienen vagina… Aunque ellos sí puedan tener penetración con un pene, ¿son vírgenes o no?

Ser virgen, desde mi punto de vista, debería entenderse como “la no iniciación en el sexo”, en lugar de verse como “no me la han metido nunca por la vagina aunque hubiese hecho otras cosas, no me han roto el himen, no he sangrado, soy virgen”. Sí, el tema de la sangre, de dejar esa marca, esa «rosa roja» impresa en el lecho cubierto por sábanas blancas… Esa idea de la virginidad como regalo y qué mejor que el testimonio de la sangre como trofeo de esa castidad… ¿No suena a estupidez humana? No todas las mujeres van a sangrar aun teniendo sexo con penetración la primera vez… Y en muchos países la que no sangra es menos mujer; una manera ofensiva de medir la valía de una mujer.

Al margen del análisis desde el punto de vista del control y el dominio hetero-fálico, esa obsesión por la virginidad nos hace perder la verdadera esencia de la primera vez, el significado real de iniciarse en el mundo del sexo. Se habla constantemente de “pérdida” -¿Ya la has perdido?- cuando en realidad “se gana”. Ganamos una nueva experiencia vital, una nueva parte de nosotros mismos que no conocíamos hasta ese momento y el inicio de nuevos momentos futuros que nos permitirán redescubrir nuestros cuerpos y entender el placer de un modo diferente. Una experiencia que no hay por qué compartir con ningún príncipe azul ni ninguna princesa, tampoco con ningún amor de “hasta que la muerte los separe”. La clave es sentirse a gusto, seguro y cómodo, pero eso debería ser así en la primera, en la segunda y en la novena. Hacerlo con alguien con quien sepas que quieres hacerlo.

La virginidad actual es un mito, una incongruencia, un concepto que en sí mismo no existe, pues absurda es su propia definición. Ser virgen, para mí, es simplemente la no-iniciación sexual, del tipo que sea, cómo sea, con quién sea, a la edad que sea. Y ser virgen o no, solo debería incumbir a la propia persona, quien de verdad –con himen, sin himen, con pene o sin pene- tiene la certeza de haber traspasado las puertas del mundo sexual. Por lo tanto, debería ser virgen aquella persona que realmente así lo sienta y no en base a ninguna prueba externa que determine su virginidad. El sexo es algo íntimo, nuestro, no tenemos que rendir cuentas a absolutamente nadie más que a nosotros.

«Una de las supersticiones del ser humano es creer que la virginidad es una virtud» Voltaire

 

IMG_20141003_180537.JPG

 


VERSIÓN GALEGA

Mito ou realidade?

Moitas veces tiven que escoitar a frase “eres virxe” [porque non cha poden meter e entón iso non é ter sexo normal, non follaches, non perdeches a virxinidade], demasiadas veces. Molestábame e chegábame a ofender. O meu primeiro impulso era berrar ao mundo “non, non son virxe, xa tiven a miña primeira vez, e unha segunda, unha terceira, unha novena…”. Necesitaba facerlle ver ao mundo que malia ter unha vaxina máis curta que a media xa tivera sexo con penetración, follara, fixera o amor, disfrutara… Pero esa reacción tornaba en reflexións ás que lle daba mil e unha voltas. Que vén sendo iso da virginidad? E, de existires, por que importa tanto?, por que tomarme tan a peito que puidesen chegar a crer que era virxe aos 20 anos? No sei qué me incomodaba máis, se os comentarios da xente ou que eu me tomase tan en serio algo que desde logo a día de hoxe vexo como algo moi banal.

A virxinidade é unha lousa social, a “V” da vitoria do dominio da sociedade sobre os nosos corpos e, sobre todo, o control da sexualidade feminina. Fáisenos crer que o concepto de virxinidade é algo aplicable a homes e mulleres por igual, ao mesmo nivel, fundamentado nunha mesma definición que segue un mesmo criterio. Si, supostamente ser virxe é que non tiveras ningún tipo de relación sexual, mais á hora de demostrar se fixeches ou non o amor ou se xa fodeches algunha vez, as mulleres e os homes non están en igualdade de condicións [por ende, a virxinidade non é algo universal coma se nos vende].

Unha muller supostamente queda “marcada”, o paso da virxinidade á la non-virxinidade deixa unha pegada no seu cuerpo. A ausencia do tan mitificado hime, que rompe… Unha soberana parvada, porque para empezar hai mulleres que nacen sen el e non teñen por qué sabelo; e, segundo, aínda de naceres cun hime entre as pernas que peche a entrada da vaxina, pode chegar a romper de seu durante a vida cotiá. Cantas meniñas no sentiron unha lene dor mentres montaban a cabalo, paseaban en bicicleta ou estaban a facer algún outro deporte! Seica entón as desvirga a montura de coiro ou o sillín? Feitos que me fan pensar en tradicións que son auténticas salvaxadas coma a proba do pañuelo dos xitanos… Como se pode someter a unha muller a un exame dese tipo? Un acto realmente denigrante que reflicte á perfección o verdadeiro significado da virxinidade: control sobre a vida sexual da muller. Un home pode negar que xa tivera sexo porque por moito  que xa se deitara tanto cun home coma cunha muller, non hai ningunha proba que o certifique.

Con todo, a virxinidade non só se trata de controlar a sexualidade feminina, desde o meu punto de vista tamén consiste nunha oda á penetración vaxinal, ao poder dun pene sobre unha vagina, o falo coma rei do sexo e como elemento que determina se a túa primeira vez conta como válida ou non. Unha primeira vez na que só haxa sexo oral acaso non conta como iniciación sexual? Ten que haber un pene que interveña para poder afirmar que alguén xa non é virxe? Outra barbaridad, un sinsentido… O argumento perfecto para afirmar que as lesbianas son eternamente virxes. Ben afastado da realidade… As lesbianas practican o sexo, gozan dos seus corpos! Ningún pene “ten que facer os honores”… Outra demostración de que a virxinidade tal e como se entende a día de hoxe non é universal, pois non é aplicable a tódolos colectivos. Entón, que sentido ten seguir a falar de ser virxe ou non desde esa perspectiva hetero-fálica? Por no falar dos gays, que por moito que teñan pene, non teñen vaxina… Aínda que eles si poidan ter penetración cun pene (pero por detrás), son virxes ou non?

Ser virxe, desde o meu punto de vista, debería entenderse como “a non-iniciación no sexo”, no canto de verse como “non ma meteron nunca pola vaxina aínda que si fixen outras cousas, non me romperon o hime, non sangrei, son virxe”. O tema do sangue… Iso de deixar esa marca, esa «rosa vermella» impresa no leito cuberto polas sabas brancas… Esa idea da virxinidade como agasallo e qué mellor que o sangue como testemuño desa castidade… Non sona a estupidez humana? Non tódalas mulleres van a sangrar por moito que teñan sexo con penetración a primeira vez… E en moitos países a que non sangra é menos muller; unha maneira ofensiva de medir a valía dunha muller…

Ao marxe da análise desde o punto de vista do control e o dominio hetero-fálico, esa obsesión pola virginidad fainos perder a verdadeira esencia da primera vez, o significado real de iniciarse no mundo do sexo. Estase a falar sempre de “perda” – xa a perdeches?- cando en realidade “gáñase”. Gañamos unha nova experiencia vital, unha nova parte de nós mesmos que non coñecíamos ata ese momento e o inicio de novos momentos futuros que nos permitirán redescubrir os nsosos corpos doutro xeito e entender o pracer dun modo diferente. Unha experiencia que non hai por qué compartir con ningún príncipe azul nin ningunha princesa, tampouco con ningún amor de “ata que a morte os separe”. A clave é sentirse a gusto, seguros e cómodos, pero iso debería de ser así na primera, na segunda e na novena. Facelo con alguén con quen saibas que queres facelo, así de sinxelo.

A virxinidade actual é un mito, unha incongruencia, un concepto que en si mesmo non existe, a súa propia definición é absurda. Ser virxe, para min, é simplemente a non-iniciación sexual, do tipo que sexa, como sexa, con quen sea, á idade que sexa. E ser virxe ou non, só debería incumbir á propia persoa, quen de verdade –con hime, sen hime, con pene ou sen pene- ten a certeza de que xa traspasou as portas do mundo sexual. Poo tanto, debería ser virxe aquela persoa que realmente así o sinta e non en base a ningunha proba externa que determine  a súa virxinidade. O sexo é algo íntimo, noso, non temos que dar conta diso a absolutamente nninguén máis que a nós.

«Unha das supersticións do ser humano é crer que a virxinidade é unha virtude» Voltaire

IMG_20141003_180537.JPG